jueves, 2 de noviembre de 2017

Cuando la perfección impide mejorar

La vida de un restaurantero está marcada por dos factores fundamentales:

  1. La constante búsqueda por dar la mejor atención al cliente y
  2. La operación de un restaurante es muy compleja




Es la razón por la que muchos restauranteros intentan alcanzar la perfección, lo cual, en sí es algo admirable, el problema comienza cuando ese intento de alcanzar la perfección se vuelve en contra de la propia operación diaria.





Tenga en cuenta que la perfección es el producto de la constante mejora, es decir, no es un destino al que se llega yendo del punto A al punto B sino el resultado de juntar los logros diarios en la operación y que esta operación diaria cometerá errores, necesita cometer errores para saber qué mejorar.

La verdadera habilidad en un buen manejo gerencial está en saber sortear los momentos difíciles y encontrar soluciones a los problemas que se presenten, cierto es que uno tratará de anticipar la mayor cantidad de ellos pero en la práctica es imposible evitarlos todos.

Usted no puede prevenir algo que aún no ha sucedido pero si puede realizar un protocolo para manejar las situaciones imprevistas, por ejemplo: llamar al gerente para que tome una decisión que resuelva el problema en cuestión y posteriormente documentar en el sistema o en papel, el problema en cuestión, incluso puede solicitar que el personal haga sugerencias sobre cómo manejar esa situación particular.



Dicho esto, hay una verdad que usted debe siempre considerar: ningún restaurante alcanza la perfección, ni siquiera los mejores o los más famosos. La diferencia entre uno y otro estriba en cuánto tiempo dedican a mejorar y a corregir sus errores y qué tan abiertos están a aceptar la realidad de que se cometerán errores y que la perfección es solamente un ideal.

Atrévase a innovar y a equivocarse, descubrirá que la operación diaria de un restaurante es una actividad apasionante y de constante aprendizaje.

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