jueves, 5 de octubre de 2017

Cuando la amabilidad sobra

Hace uno días visité con mi familia un restaurante de mariscos, la comida era excelente, la limpieza impecable y la decoración era perfecta pues le hacía sentir a uno que realmente estaba en la playa cuando ésta se encontraba a cientos de kilómetros.



El personal por otro lado, tenía la mejor actitud, las hostess eran atentas y los meseros... bueno, esa parte de la experiencia no fue tan agradable, pero no me malinterprete estimado lector, ellos tenían también la mejor actitud.



El problema comenzó cuando se pasaron de amables: El mesero se acercaba literalmente a cada minuto para preguntar si estábamos bien y limpiar la mesa lo que de por sí resultó muy molesto porque no dejaban de interrumpir nuestra conversación, también se atravesaba constantemente para retirar servilletas y las envolturas de las galletas. Además de lo incómodo de que se atravesara, el hecho de retirar la servilleta que tenía apenas un poco de uso se volvió increíblemente molesto, ¡llegó un momento en que me retiró una servilleta sin usar!

Nosotros pensamos que esto se debía a la inexperiencia del mesero y lo comentamos con el gerente quien para nuestra sorpresa nos dijo que estaba cumpliendo el protocolo ya que tenían orden de mantener despejada la mesa.

Dado que tenemos experiencia en la operación de restaurantes entendemos la situación pero usted debe tener en cuenta que el cliente regular solamente se lleva una mala experiencia sin importar la razón subyacente y más allá del evidente desperdicio de insumos en el caso de las servilletas, esto se traduce en el mejor de los casos, en una mala o nula propina o en casos más extremos, el cliente no regresará.

Los excesos nunca son buenos, incluso si se trata de la amabilidad, escuche a su personal y a sus clientes para saber cuál es el justo medio en cuanto al trato se refiere, recuerde que como lo mencionamos en esta entrada, la excelencia en servicio y alimentos es la meta a alcanzar.

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